versión On-line ISSN 0718-3402
Rev. geogr. Norte Gd. n.45 Santiago mayo 2010
http://dx.doi.org/10.4067/S0718-34022010000100011
Revista de Geografía Norte Grande, 45: 145-148 (2010)
RESEÑAS
Mike Davis. Los holocaustos de la era victoriana tardía
Valencia: Universitat de Valencia, 2006. 445 p.
Abraham Paulsen1
1 Instituto de Geografía, Pontificia Universidad Católica de Chile (Chile). E-mail: apaulsen@uc.cl
Mike Davis satisface un anhelo no menor de muchos científicos, integra y hace dialogar a una gran diversidad de saberes con el fin de describir y explicar un fenómeno de suyo complejo, la emergencia de un sistema mundo tripartito que perdura hasta nuestros días. Incorpora, como elemento novedoso, entre las muchas causas suficientemente analizadas, al ENSO2 y su estela de destrucción y muerte.
Sitúa su trabajo en un período de la historia con paisajes funestamente dependientes de los éxitos de la agricultura y de los vaivenes del mercado; bien saben los países del Tercer Mundo la tragedia ecológica que se puede derivar del consumo de recursos naturales específicos en los países desarrollados o del dumping ecológico. El relato comienza con una de las tantas epopeyas capitalistas, el viaje del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Ulises S. Grant y familia, en 1877, hacia ultramar. El autor destaca, aplicando una singular ironía, la forma como fue abordado el viaje por los periodistas norteamericanos, las rugosidades dialógicas entre los visitantes con las culturas residentes y las concepciones acerca del espacio que influyen en las conductas que despliegan los componentes de tan singular expedición. A ojos del lector aparecen similitudes con lo que en la actualidad acontece con aquellos turistas que más que visitantes se manifiestan como conquistadores de un proceso silente, continuo, que nunca ha dejado de ser.
Además, con un estilo inquisidor, Davis relaciona el viaje con los efectos catastróficos del ENSO en los territorios y sociedades que visita la comitiva presidencial; "...De hecho, las condiciones crecientemente espantosas a lo largo de márgenes del río [Nilo] no tardaron en romper el idilio de los Grant" (Davis, 2006: 14). No solo el escenario no era propicio, las colectividades reaccionaban, como ha de suponerse, ante el hambre y la incompetencia de la clase dirigente para dar solución a los problemas que les afectaban. Young, un periodista que cubría la expedición, con representaciones pietistas, informaba a la opinión pública norteamericana acerca del desastre bíblico que afectaba a Oriente, como una forma de que sus connacionales valoraran las bondades del terruño con que habían sido bendecidos y lo magno del viaje de uno de los miembros de su pueblo. No obstante lo anterior, el informante fue capaz de percibir el inadecuado trato que los conquistadores británicos tenían con los territorios y sociedades egipcia, china e hindú, que a su vez experimentaban la sequía más prolongada de la cual se tenía memoria.
Destaca en el análisis del autor, el optimismo de Grant acerca de las posibilidades que el ferrocarril (la tecnología) tenía para paliar estos escollos, lo cual se emparenta con la visión decimonónica referida a las virtudes de la tecnología como expresión del poder del ser humano para someter al mundo natural a las reglas de la vida moderna.
La historia secreta del siglo XIX
Las palabras están tenidas de percepciones, posturas y vivencias. Hay una historia oficial, aquella escrita por los conquistadores y aquella que marca las vidas de los conquistados. Una, plagada de héroes y obras magníficas y la otra alude a las luchas diarias de aquellos que enfrentan a diario la muerte y las carencias; entre ocho y veinte millones han perecido por la hambruna solo en India.
"..Pero mientras que los barrios de chabolas dickesianos permanecen en curriculum de la historia del mundo, los niños hambrientos de 1876 y 1899 han desaparecido". Casi sin excepción, los historiadores contemporáneos, que escriben la historia mundial del siglo diecinueve desde una posición metropolitana ventajosa, han ignorado las megasequías y hambrunas que arrasaron a lo que se llama Tercer Mundo. Eric Hobsbawn, por ejemplo, en su famosa trilogía sobre la historia del siglo diecinueve, no hace ninguna alusión a las peores hambrunas de China e India de los últimos 500 años, aunque si que menciona la gran hambruna de Irlanda, así como la hambruna rusa de 1891-92" (Davis, 2006: 20). Reporta también una omisión similar en la obra de David Landes, quien incluso llega a señalar que los ferrocarriles británicos habrían aportado a la solución del problema en India, probablemente a causa del mismo espíritu que se denota en la visión de Grant. La historia oficial sigue los vericuetos de las últimas expresiones de un imperialismo que se terminaría de sofocar tras la Gran Guerra y aquella secreta, la de los desposeídos, relata la tragedia de las colonias y la inopia de quienes ejercían el control y dominio.
El conocimiento del carácter global de episodios como las hambrunas y sequías del tercer último tercio del siglo diecinueve no es reciente; ya algunos científicos contemporáneos a estos sucesos habían conseguido relacionar eventos aparentemente inconexos, pero no se disponía toda la información acerca de las diferentes latitudes y escalas en las cuales se había expresado ni había registros históricos que les permitiera reconocer la sincronía y recurrencia del fenómeno. Serían tres episodios los que habrían acontecido en la era victoriana: (1) la gran sequía de 1876-1879, (2) los años secos de 1889-1891, (3) la supresión de los monzones de 1896-1902. A estos eventos se sumarían los naturales florecimientos de pandemias que mermaron aún más a la debilitada población afectada por las sequías.
Las potencias, entretanto, siguieron con sus planes de expansión y conquista, siguieron utilizando mano de obra barata y recursos. Davis, valiéndose de estimaciones, postula que morirían en el periodo no menos de treinta millones de víctimas. Surgirían también voces críticas entre los radicales, testigos y algunos científicos del primer mundo, que sirven como punto de partida para la reconstrucción de la historia económica y social del período decimonónico. Resulta paradójico que, sincrónicamente, Europa lograba dominar a las hambrunas que de tiempo en tiempo asolaban sus territorios y como estas ahora se trasladaban a los espacios que estaban bajo sus dominios. Probablemente en este desequilibrio encontramos un antecedente áas de la emergencia temprana de lo que hoy se define como Tercer Mundo. La modernidad se presentaba, en la mayor parte de las colonias o pseudocolonias, con su cara más feroz y devastadora. El ferrocarril, el vapor, otras innovaciones y la asistencia estatal no funcionaban en amplios sectores del planeta, de los que a su vez, dependió, especialmente entre 1870 y 1914, la configuración y bondades del moderno sistema mundial capitalista, tal como lo plantean Karl Polanyi (1992) y Rosa Luxemburgo (1967).
Algunas escenas de la gran tragedia
Egipto, India y China, especialmente en los relatos de Young, no eran precisamente escenarios pertinentes para el viaje turistico de un provinciano instalado en la Casa Blanca. "Casi era como si los estadounidenses estuvieran, involuntariamente, siguiendo las huellas de un monstruo cuyo rastro de destrucción colosal se extendía desde el Nilo hasta el Mar Amarillo" (Davis, 2006: 18).
Como respuesta a esta megadevastación surgen procesos sociales y ambientales a distintas escalas de gran complejidad (ya denotamos, por ejemplo, la posibilidad de relacionarlas con la emergencia del Tercer Mundo), sin que haya operado algún tipo de distribución que hubiera posibilitado el acceso a cereal por parte de las regiones afectadas; es más, la distribución hacía mercados que pagaban mejores precios por el grano nunca se interrumpió y reaccionó positivamente para los especuladores y vendedores occidentales. Los Estados, por su parte, abordaron represivamente3 el levantamiento social provocado por el hambre y aportaron a la constitución de un orden económico fructífero para las potencias occidentales que derivó en la generación de un nuevo imperialismo amparado por episodios climáticos de carácter mundial.
En las postrimerías del siglo largo había madurado una economía mundo cuyo centra era Londres; se integraban productores coloniales y centros de consumo de carácter mundial. La circulación de los cereales funcionaba bajo la lógica de la oferta y la demanda, supeditada por una parte a la generación de una nueva tipología de consumo y al juego de los especuladores, y por otra a diversas modalidades e intensidades de intervención estatal. En tanto crecía el poder adquisitivo de las masas obreras del centro, los agricultores de la periferia experimentaban cada vez mayores estrecheces y privaciones. "...el mero interés imperial permitió que se llevasen a cabo grandes exportaciones de cereales a Inglaterra mientras había horrorosas hambrunas en la India" (Davis, 2006: 23-24). La gran depresión decimonónica, que comenzana nítidamente en 1873, había afectado significativamente a los campesinos brasileños, marroquíes, hindúes, etíopes, entre otros; género además, un importante déficit en las cuentas fiscales y flujos comerciales de las naciones periféricas, y paulatinamente los agentes de la ocupación desbarataron las economías locales, sistemas de cultivo, riego, modelos cooperativos y de reciprocidad que las culturas habían creado para paliar las crisis, como es el caso de los operadores británicos del mercado del opio durante la dinastía Qing en China. Así, "cada sequía global fue luz verde de una carrera imperial por el territorio [sic]... Pero las poblaciones agrícolas de Asia, África y América del Sur no entraron graciosamente en el nuevo orden imperial. Las hambrunas son guerras contra el derecho de existir (Davis, 2006: 24-25).
El ENSO
La sequía, asociada al ENSO, representó un misterio científico hasta que en los 60 del siglo pasado Jacob Bjerknes logró asociar datos en un modelo explicativo general que acontece en el mundo en intervalos de dos a siete años, donde la superficie del mar, especialmente en el Pacífico ecuatorial cercano a Australia e Indonesia y las masas de aire asociadas a este manifiestan variaciones principalmente térmicas (incrementos en las temperaturas) durante un período que va de doce a dieciocho meses. Esta conducta se desplaza hacia el este y, alrededor de seis meses después, alcanza la costa de América del Sur, en el extremo este del Pacífico. El desplazamiento del máximo va acompañado de un enfriamiento relativo en el Pacífico occidental, es decir, cerca de Asia4.
El fenómeno ENOS [ENSO en inglés], acrónimo de El Niño, Oscilación del Sur, define al conjunto de alteraciones en los patrones normales de circulación del océano y la atmósfera. En la atmósfera se produce una alteración del patrón de la presión atmosférica, que baja en el lado este del Pacífico y sube en el oeste. A la aparición y desplazamiento del máximo de temperatura se le ha nombrado más recientemente episodio cálido y al sube -y- baja de la presión, Oscilación del Sur. Durante el ENOS se altera la presión atmosférica en zonas muy distantes entre sí, se producen cambios en la dirección y la velocidad del viento y se desplazan las zonas de lluvia de la región tropical. En el océano, la contracorriente ecuatorial, que desplaza las aguas frías de la corriente del Perú hacia el oeste, se debilita, favoreciendo el transporte de aguas cálidas hacia la costa de América del Sur. Los cambios en la temperatura influyen en la salinidad de las aguas, cambiándose, por tanto, las condiciones ambientales para los ecosistemas marinos. Estos cambios, a su vez, afectan las poblaciones de peces, especialmente en las áreas del Pacífico americano y, por ende, la actividad pesquera en ellas. Los cambios en la circulación atmosférica alteran el clima global, con lo que se afectan la agricultura, los recursos hídricos y otras actividades económicas importantes en extensas áreas del planeta.
Las hambrunas, ¿motores de aceleración histórica?
Davis postula como tesis fundamental de su libro que "lo que hoy llamamos <<Tercer Mundo>> (un término de la Guerra Fría) se formó como consecuencia de las desigualdades en ingresos y riquezas -la famosa <<brecha de desarrollo>>- que se crearon, en su fase decisiva, en el último cuarto del siglo diecinueve, cuando los grandes campesinados no europeos comenzaban a integrarse en la economía mundial" (Davis, 2006: 28).
La gran depresión acontecida entre 1873 y 1896 se caracterizó por una baja en los índices de formación de capital y en el crecimiento de la economía mundial. Gran Bretaña comenzaría un rezago que le quitaría su preeminencia en la geopolítica mundial5, la que sería reemplazada por Estados Unidos y Japón, quienes en base a políticas proteccionistas y el desarrollo de las industrias primaciales (especialmente los sectores petroquímico, químico, petrolero y eléctrico) comenzaron su camino hacia el liderazgo en el comercio mundial. Estos procesos decantarían en la crisis de 1929, hito de la transformación de una economía liberal al modelo keynesiano que imperó en el mundo libre hasta los años 70 del siglo XX.
Como en todo proceso de transformación, los exitosos están obligados a profundizar las condiciones mediante las cuales han conseguido incrementar su bienestar, y quienes fracasan están obligados a realizar reformas estructurales que les permitan explorar nuevos caminos para salir del letargo. Davis, a lo largo de 445 páginas y doce capítulos, ofrece una serie de casos de estudio, especialmente India, China y Brasil, donde se relacionan los infortunios del emergente Tercer Mundo con las oscilaciones climáticas, la anomia del centro, la incapacidad adaptativa de las periferias y los estorbos estructurales que habrían conducido al mundo a su configuración actual.
NOTAS
2 Se conoce con el nombre de Fenómeno El Niño, ENOS o ENSO, a la aparición de corrientes oceánicas en las costas del océano Pacífico de América del Sur, durante el verano del hemisferio Sur. La aparición de estas aguas cálidas fue identificada por los pescadores peruanos siglos atrás, quienes le dieron el nombre de El Niño, porque se observaba a finales de diciembre, cerca de Navidad.
3 Explica el salvajismo represivo imperial y estatal el impacto de la rebelión de los bóxer, la rebelión Tonghak en Corea, la Guerra de los canudos en Brasil y el extremismo hindú, entre otros eventos.
4 El primer levantamiento cronológico se pudo realizar durante los años 70, utilizando diversos tipos de fuentes primarias y el episodio extremadamente violento de 1982 incentivó el desarrollo de nuevas investigaciones acerca del fenómeno. Algunas de estas permitieron demostrar que el evento de 1876 fue uno de los más catastróficos de los últimos 500 años, especialmente a causa de una inusitada duración y amplitud territorial.
5 Proceso que fue aminorado por las partidas de capital y productos provenientes de sus colonias, especialmente por parte de India y China, que "financiaban" un superávit en la balanza de pagos de la metrópoli, aún cuando gran parte de la tecnología disponible manifestaba importantes niveles de obsolescencia. De hecho, Asia, generaba el 73% del crédito comercial británico en 1910 (Davis, 2006: 334); además, la India fue, probablemente, el mercado cautivo más imponente de toda la historia mundial.
Referencias bibliográficas
LUXEMBURGO, R. La acumulación de capital. México: Grijalbo, 1967. [ Links ]
POLANYI, K. La gran transformación. México: Fondo de Cultura Económica, 1992. [ Links ]
http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-34022010000100011
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